“Todo
mi batallón era el infierno. Aunque amigos, pensamos bien las crueldades que
juntos practicamos. El sexo puerco de los ángeles. Ese batir de alas, aquel
orgasmo cantante de sobreagudos dorados de diamante. Aniquilar acaso sus
placeres, a veces sus tristezas. Todo para el final más desolado. Romperle el
corazón, ahí, destrozado, comprendí lo frágil de esa mente. Todo lo que me
regaló y ahora por mi culpa es un páramo. Ahí donde supe vivir, en la calidez
de esa mujer alada, hoy yace muerta un hada. Que me odia despiadadamente.
Obviamente la comprendo, y la odio también. Duele mucho tener tanta ventaja en
una guerra. Descubrir que el enemigo llora y huye. (…) Salí rápido sin
despedirme. Hoy soy otro.”
“Libro de Gracias” (fragmento) A.G.V.
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