sábado, 7 de febrero de 2015

Cap 4 "La mente y la no-mente"

"Sobre Durmientes y Jugadores" Capítulo cuatro


“La mente y la no-mente”.


La mente es el espacio virtual donde el universo ocurre. Los
fenómenos son producto de la mente. Los hechos se suceden y
todo parece parte del caudal que presupone el curso de lo real, el
tiempo que fluye hacia el pasado, arrastrando lo ocurrido, de lo
cual solo tomamos denominaciones vectoriales, paradigmáticas, y
no testimoniales. El principal recurso de la mente es borrar lo no
indispensable, y catalogar lo percibido como útil. Cuanto más
específica es la denominación de un fenómeno, más real aparenta
ser. Este es el simulacro de la memoria. Lo real solo se percibe
una vez. Saber es no saber. Ver sin nombrar es ver en realidad.
Una descripción más gráfica de esta visión de “mente”,
puede ser deducida de la siguiente anécdota. Uno de mis alumnos
de guitarra, un señor X de unos setenta años es amante del
folclore. Me pide que le enseñe una zamba. Paso a enseñarle el
acorde de La menor, una posición básica para armonizar la zamba
requerida por mi alumno. Dedo uno cuerda dos traste uno, dedo
dos cuerda cuatro traste dos, etcétera repite el alumno en voz alta
intentando memorizar la posición mediante datos aparentemente
testimoniales del fenómeno. Luego de un considerable esfuerzo,
parece haber aprendido el acorde, aunque cada vez que lo practica
debe remitirse al archivo testimonial de su mente. Dedo uno
cuerda dos, etcétera. Cuando intento enseñarle el acorde de Mi
mayor, procede del mismo modo. Dedo uno cuerda tres, etcétera.
Intento enseñarle una estrategia mnemotécnica vectorial. “El
acorde de Mi mayor es similar en apariencia al de La menor, solo
deben subirse los dedos una cuerda manteniendo las
correspondientes distancias. La respuesta es la misma: dedo uno
cuerda tres etcétera. Parece funcionar así. El problema es que al
necesitar cambiar de acorde rápidamente, debe remitirse al
archivo testimonial de su mente que se lee diacrónicamente y no
sincrónicamente como los datos vectoriales. Este error cognitivo
puede ser tomado a grosso modo como testimonio de la visión
durmiente de la realidad.

Para funcionar apropiadamente en el ámbito de lo real,
debemos adecuarnos a las estrategias mnemotécnicas vectoriales,
que son el motor del aparato mnémico y nunca a lo testimonial,
que es una descompresión de lo vectorial que puede ser realizada
ad hoc mediante el uso de estrategias emotivas, que crean en el
momento el recuerdo que tenemos de cierto fenómeno. Solo
debemos grabar cual es la emoción que sentimos al ocurrir un
fenómeno dado para remitirnos a lo testimonial partiendo de lo
vectorial. Cuanto más amplia sea nuestra concepción de
sentimiento, cuanto más amplio sea el espectro de conceptos
sentimentales instalados en nuestra mente, más testimonial será el
recuerdo de un fenómeno. El lenguaje es indicativo y solo
conociendo esta dimensión del mismo se podrá tener un cabal
concepto de lo que la mente es.
Ahora. ¿Qué es la no-mente? Sería apresurado pensar que se
llega a la no-mente no pensando. El concepto de no-mente se
refiere a una concepción asimilada de lo real. Una comprensión
sintética de lo real. Es indispensable pasar por una fase intelectual
para llegar a operar mediante la no-mente. Al usar los comandos
operativos de la realidad de una forma sintética, se suprime la fase
que he dado en llamar “comand call”. Este comand call no es otra
cosa que lo que hacía mi alumno de guitarra al intentar recordar.
Una vez aprehendido un comando debe ser suprimido. Esto acorta
el tiempo de “cambio de acorde”, así se puede ser más operativo
en el presente y lograr ser agente en un sentido más absoluto.
Cuando realizamos un comand call (dedo uno cuerda dos etc.)
perdemos tiempo al esperar la respuesta de la realidad. La
contrastación empírica es fundamental, ya que si tuviéramos la
seguridad de que tal acción es de determinada manera no
deberíamos remitirnos a una huella mnémica sino a un patrón
vectorial, y en un grado de mayor operatividad a una síntesis de lo
real. Esto es: la no-mente.

Alejandro G. Vera

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