-Amor, adiós-
Del negro abismo al claro firmamento
Una apagada voz susurra, y huye
Cual tempestad la vida, que destruye
El amor que soñé y ya no siento.
Su pelo negro ya no es negro nocturno.
No me recuerda a Venus su mirada.
Ha sido su presencia puñalada
Para mi pensamiento taciturno.
Querer como yo quise es imposible,
Es ingenuo dar todo y guardar nada.
Tesoro de mi alma profanada
Al no ser para ella inaccesible.
Novia de Dios, mujer enamorada
Donde ayer hubo un río y mil tesoros
Hoy yace muerta la de labios de oro.
En sucio insecto se ha convertido el hada.
Alejandro G. Vera
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